Perdido
Más rápido.
Debo correr
más rápido, no puedo perder esa camioneta, no puedo dejar que se aleje. No
puedo perderlo.
Todo pasó
tan rápido.
Una pequeña
feria había llegado al parque no muy lejos de casa y habíamos ido junto con
toda la familia. Mamá y papá fueron a comprar golosinas mientras Jerry entraba a
la casa del terror. En cuanto a mí, yo me quede con el pequeño Timmy. Nos
alejamos un poco de donde papá y mamá hacían fila y mientras Timmy veía a un
payaso hacer magia yo me aparte de él un par de pasos, no fue más de un metro y me distraje viendo una enorme rueda de la
fortuna, pero fue solo un segundo.
Un segundo…
Cuando
regresé la mirada hacia Timmy él ya no estaba. Corrí hacia donde lo había
dejado, como si eso marcara alguna diferencia. La gente me miraba extraño y yo
veía en todas direcciones buscándolo. Empecé a moverme entre la multitud y a lo
lejos lo alcancé a ver, lo cargaba un hombre alto y calvo, definitivamente no
era papá, Jerry o alguien conocido.
Corrí. Lo
hice tan rápido como pude, me escabullí entre la gente y cuando regresé la
vista hacia Timmy, vi como aquel hombre lo subía a la fuerza a una camioneta. Pude
escuchar a lo lejos como gritaba mi nombre, pude ver que lloraba, es solo un
niño, un cachorro.
Me
apresuré, pero para cuando me acercaba a
la camioneta esta arrancó, y yo instintivamente comencé a correr detrás de
ella. No la puedo perder, no puedo dejar que se escape. Corro tan rápido como
puedo y nos alejamos del parque, avanzamos dos cuadras más y pasamos cerca de
un restaurante en el que solíamos venir, toda la familia.
La
familia…no los puedo decepcionar. Grito, pero nadie me hace caso, la gente simplemente
me mira un tanto asombrados, un tanto perplejos y otro tanto asustados. La
camioneta da una vuelta en una calle y hace que empecemos a avanzar por lugares
que no conozco, pero no importa, no puedo perder a Timmy, él es mi mejor amigo…
Siento como
el cansancio me comienza a invadir, necesito agua. El corazón me palpita como
loco y me falta el aliento. Justo cuando pienso que tal vez lo logre, que no
pueden ir tan lejos, dan una vuelta más y aceleran por la avenida.
¡No! no lo
puedo perder. Intento correr más rápido y me parece verlos doblar en otra
calle, para cuando llego ahí, no hay rastro de ninguna camioneta, pero avanzo e
intento encontrarla.
Nada.
Me detengo
por un instante y siento como la tristeza me acoge entre sus brazos mientras la
desesperación invade mi mente. ¡No puede ser! no puede ser, sacudo la
cabeza y sigo avanzando mientras intento
encontrar la maldita camioneta.
Pero no hay
rastro de ella, y después de avanzar varias cuadras más, me siento decepcionado,
iracundo, estúpido. Fallé… le fallé a él, a mamá, a papá. Les fallé a todos. Mi
único trabajo era protegerlo, todo lo que debía hacer era cuidarlo y lo perdí.
Continúo
avanzando e intento pensar en que tal vez vuelva a encontrar aquella camioneta,
debo hacerlo, debo encontrar a Timmy, debo encontrar a mi amigo, a mi amo.
Ya no sé
dónde estoy, pero no importa, solo me importa una cosa y a pesar de que sé que
cada paso me aleja de casa y todo lo que conozco mientras me acerca cada vez
más a lo que posiblemente sea mi muerte, continuo avanzando.
Ya no soy
nada más que un perro extraviado, un perro que intenta encontrar a su dueño, a
su amigo.
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