Recuerdos

 

Foto por Jon Tyson


“Feliz cumpleaños”
Se dijo a sí mismo mientras quitaba el candado de la vieja bodega que visitaba cada tantos años, esta vez le había tomado poco más de treinta años volver a aquel lugar. Al abrir, el olor a humedad se hizo presente de inmediato, y al encender la luz la ráfaga de recuerdos detonados por los objetos que lo rodeaban llegaron aún más rápido a su memoria. Cuadros, libros, algunas esculturas, pinturas, ropa e inclusive algunas joyas y metales que de prestarles más atención se podría pensar que pertenecían a un museo. Respiró profundamente y se frotó los ojos con las palmas de las manos durante un par de minutos antes de quejarse levemente y salir a buscar las cajas que llevaba en la cajuela de su auto.
Le tomó cinco vueltas lograr bajar todo, lo hizo tan rápido como pudo, las colocó en el primer rincón desocupado que encontró y trató de no prestar mucha atención a lo que lo rodeaba, quería pasar la menor cantidad de tiempo posible en aquel lugar. Apagó la luz y estaba por salir cuando tropezó con una caja perdiendo el equilibrio, llevándolo a tropezones a chocar con una pila de cajas, haciendo que una de ellas cayera vaciando su contenido por el piso. - ¡Maldita sea mi suerte! - Permaneció de pie en medio de la oscuridad por un momento, pensando en si debía encender la luz y afrontar aquel desastre o si era mejor huir y encargarse de aquello en algún otro momento, cuando tuviese que volver, si es que debía de hacerlo algún día. -Carajo…- Dijo aquello en un resoplido entre resignado y molesto antes de dar media vuelta y buscar nuevamente el interruptor de la luz. “Espero que sea la caja con los discos de vinilo, por lo menos así podría llevarme algunos.” pensó mientras encendía la luz con los ojos cerrados. Poco a poco los fue abriendo con cierto temor de enfrentar que era aquello que se encontraba a sus pies. -Maldita… sea. - Samuel, por lo menos de esa manera se hacía llamar hoy en día, era una persona de pocas palabras. Con el tiempo había aprendido a llevar un diálogo interno, podía responder con un monosílabo o un par de palabras a cualquier pregunta, pero tener todo un argumento planeado dentro de sí que quizá no sería escuchado nunca, “a veces no vale la pena” se decía a sí mismo constantemente, y, sin embargo, al mismo tiempo había logrado perfeccionar el arte de expresar cerca de diez emociones diferentes con una sola maldición. Permaneció de pie inmóvil por varios minutos viendo todas las fotografías que se habían esparcido por el suelo, aún podía fingir demencia, apagar la luz de nuevo y dejar aquel problema para los siguientes cinco, diez o veinte años, tal vez entonces tendría más ganas de lidiar con aquello, o tal vez algo más sucedería esta vez y no tendría que volver a aquel lugar; Tal vez habría un incendio, inundación, huracán o algo que se llevara todo lo de aquella bodega y por fin podría vivir sin aquel peso. “Si tan solo fuera tan fácil” pensó mientras se arrodillaba para recoger la primera foto, en ella se veía un grupo de personas sentadas en un restaurante, todos sonreían y llevaban gorros de navidad, sonrió al tenerla entre sus manos y recordó los nombres de todos los que se encontraban ahí. La siguiente mostraba a unos cuantos amigos en la playa, otra a un pequeño grupo en un pícnic, viajes en auto, diversas ciudades al rededor del mundo, una pareja sentada al atardecer, cumpleaños, diferentes mascotas, fiestas, cenas, reuniones, citas. Había toda una vida e incluso más. Las fotos mostraban diversas épocas, se podía notar en el tipo de foto, algunas eran en blanco y negro, poco a poco pasaban a ser instantáneas y después a fotos un tanto más actuales, la calidad, la vestimenta, los automóviles, los peinados e inclusive los lugares, todo cambiaba de unas cuantas fotos a otras. La mayoría de las personas también iban cambiando, un par permanecía, pero la edad se hacía evidente después de algunas fotos y eventualmente también dejaban de aparecer en ellas, únicamente una cosa permanecía igual en todas ellas, él. Sostuvo una pila de fotos entre sus manos y sintió cierta melancolía por aquellos fragmentos del pasado con personas a las que nunca volvería a ver, momentos que nunca podría repetir y, sin embargo, sin importar cuanto tiempo hubiese pasado, jamás olvidaría. “La inmortalidad deja de ser una bendición cuando tienes una muy buena memoria” se dijo a sí mismo. Recordó por un momento un tiempo más lejano del que pudieran retratar las fotografías, un tiempo en el que su vida era “normal”. Recordó ser transportado como esclavo a un nuevo continente y escapar de sus captores, o “amos” como se hacían llamar, después de algunos años. Recordó las semanas que pasó perdido en la selva y aquel enorme manantial debajo de lo que parecía ser una escultura muy antigua de un dios al que no reconocía, dudó que alguien que pudiera saber su nombre siguiera vivo para aquel momento. El sabor del agua era lo más dulce y refrescante que había probado en su vida, estaba tan inmerso en aquel momento, que no escucho cuando alguien llegó detrás de él, ni el ruido que hizo el arma antes de ser accionada. Cayó al agua, sentía que se ahogaba, y tragó tanta que sintió como cada parte de su cuerpo era llenada con aquel líquido. Despertó tiempo después a las orillas de un arroyo, nunca entendió como fue que no murió aquel día, ni ningún otro, y jamás pudo encontrar aquel manantial nuevamente. Tiempo después notó que no enfermaba cuando todos los demás lo hacían, tampoco envejeció y en momentos en los que su vida debió de haber terminado, no lo hizo. Muchos años después escucho a otros buscar una “fuente” con aguas que otorgaban cualidades como las que él experimentaba, se embarcó en un par de viajes en busca de aquel deseado tesoro, pero ninguna tuvo éxito, y en la gran mayoría casi toda la tripulación terminaba perdiendo la vida.
Con el paso de los años trato de encontrar a más como él a través de rumores, leyendas, historias locales en diversos lugares y más adelante en medios de comunicación, pero simplemente no encontró nada, había llegado a la conclusión que o estaba solo, o eran mejores que él escondiéndose. “Únicamente los insensatos quieren vivir por siempre” pensó mientras colocaba las fotos de vuelta en la caja. Una mirada más a aquellas imágenes hizo que su memoria trajera de vuelta a todas las personas que había perdido, a los que había dejado atrás cuando la edad era demasiado evidente en ellos, pero no en él, y a los que lo habían traicionado al sentirse heridos porque no compartía con ellos aquella dádiva que le había sido otorgada. Sin embargo, hacía mucho tiempo desde que había dejado de considerar aquello un “don”. Amigos, amores, familia, había vivido muchas vidas ya, y junto con ellas había dejado tantas cosas tras de sí. Y ahora lo debía de hacer una vez más, una lágrima resbalo por su rostro mientras colocaba la caja de vuelta en su lugar. Había vivido demasiado tiempo en aquel pueblo, se sentía cómodo allí después de todo, creyó que todo por fin había resultado de la forma en la que él quería, sin embargo, su apariencia empezaba a levantar dudas y la excusa de tener buenos genes ya no era suficiente. Para terminar de arruinar las cosas el accidente automovilístico de la semana pasada no le había ayudado, 2 personas habían perdido la vida, y él no debió sobrevivir a aquello, mucho menos salir caminando sin un rasguño, “fue un golpe de suerte” eso les había dicho a todos, pero en sus miradas había visto el miedo, la desconfianza y en algunos casos el rencor que solían ser la última alarma para salir de aquel lugar cuanto antes. Apagó la luz nuevamente y se mantuvo un momento inmóvil, rodeado por todos aquellos recuerdos, respiro profundamente mientras dejo que por un breve momento todas aquellas memorias lo invadieran. Cuando por fin salió de la bodega sintió la brisa de los atardeceres de invierno y se quedó un momento pensativo antes de subir al coche, de alguna forma aquel clima iba con la ocasión, pensó.

Esa tarde había muerto una vez más, como en muchas otras ocasiones en el pasado, muerto y, sin embargo, seguía existiendo, ahora debía usar otro nombre en algún otro lado e iniciar de nuevo, bueno, iniciar a medias, se había vuelto muy bueno en aquello y con el paso de los años había acumulado lo suficiente como para no tener que preocuparse por algunas cuantas vidas más. “Esta vez puede que sea la última” pensó mientras encendía el motor, “esta vez tal vez por fin encuentre paz… Lo que sea que aquello signifique”.


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