El Pago
Cuando recupero la conciencia, Karen no sabía dónde estaba, aun sentía un poco entumecido el cuerpo, tenía dificultad para respirar y no podía ver nada, el lugar estaba completamente oscuro.
Se intentó levantar, pero no pudo alzar su cuerpo, una especie de pared se lo impedía, movió sus brazos y piernas pero de nuevo, topaba con paredes, Karen intento identificar el material de las paredes con el tacto, no le costó mucho descifrar que eran de madera.
A pesar de que no le gustaban los espacios reducidos, intentó no entrar en pánico, intento pensar en alguna explicación de donde estaba, lo único que pensó, es que podría ser una broma cruel. <<después de todo faltan solo un par de días para mi cumpleaños y los chicos de la oficina tienden a hacer bromas de mal gusto >> se dijo a sí misma.
-Muy gracioso chicos, ahora sáquenme de este maldito lugar- Esperó, mas sin embargo no tuvo ninguna respuesta.
-¿Chicos? Vamos no sean idiotas, sáquenme.- De nuevo no hubo respuesta ni sonido alguno, todo estaba completamente callado.
-Maldita sea, déjenme salir…. ¡sáquenme!... ¡alguien! -
Karen empezaba a respirar agitadamente y la desesperación la empezaba a invadir. Movía los brazos en busca de algo que le ayudara, y entonces sintió algo, parecía ser un tubo, se sentía familiar, solo le tomo un par de segundos reconocer el objeto, era una linterna.
Cuando Karen encendió la linterna no podía creer el lugar en donde estaba, no tenía cerradura, ni manija, nada que le ayudara a salir y definitivamente no era una broma. Estaba en un ataúd.
Las lágrimas le empezaron a brotar, empezaba a respirar violentamente, sus manos reflejaban pequeños temblores, pataleaba, golpeaba, gritaba, maldecía. Nada de lo que hiciera le ayudaba.
Karen intentaba pensar en algo, intentaba ser fuerte, pero la desesperación y la claustrofobia la vencieron. Y ahí, encerrada, sin poder hacer nada y con la poca luz de la linterna, Karen comenzó a llorar amargamente mientras repetía una y otra vez en voz baja -...Por favor….déjenme salir…por favor…-
Karen nunca se dio cuenta de que alguien la había estado siguiendo, su acosador había memorizado sus horarios, con quien se relacionaba y para el transcurso de dos semanas ya sabía todo lo que necesitaba sobre ella. <<Es necesario si quieres vivir Phil, Es necesario>> era lo único que su acosador pensaba cuando la veía.
Philip Thomson era un hombre con muchos problemas, todo se remontaba a una experiencia que había tenido en su infancia. Phil vivía con su madre y nunca había conocido a su padre. Un día a la edad de 7 años encontró a su madre en el suelo de su habitación, se había cortado las muñecas. El charco de sangre era grande y Phil no sabía qué hacer, simplemente se arrodillo y lloro mientras a su madre se le apagaba la vida de los ojos, su madre había muerto a la edad de 30 años.
Phil había pasado 4 días conviviendo con el cuerpo de su madre, hasta que una vecina descubrió lo que estaba sucediendo y lo notifico a las autoridades.
Ahora tenía 28 años, había crecido rodeado de psiquiatras, medicamentos y terapias para hablar de sus sentimientos. Había algo que destacaba en cada una de sus sesiones, el miedo a morir, miedo a que él tampoco pudiese pasar de los 30, miedo a que la muerte viniera por el tal y como lo hizo con su madre.
Phil nunca aceptó el suicidio de su madre, en vez de eso culpaba a una fuerza superior a algo o alguien que la había matado y alejado de Phil, que se la había llevado un lugar donde él nunca la vería de nuevo. Hacía ya 4 meses que Phil había empezado a tener alucinaciones, empezaba a sufrir una especie de esquizofrenia. Veía a alguien que lo seguía, alguien vestido completamente de negro.
La muerte.
La muerte.

Si, Phil estaba loco, y si, también alucinaba, pero en medio de sus delirios razonó algo muy obvio <<La muerte quiere muerte>> pensó <<Si la muerte quiere muerte, le daré muerte. >> Y así fue como Phil hizo un trato con el hombre de negro, o por lo menos eso era lo que creía. Ofreció un pago, la vida de muchos a cambio de conservar la suya.
Habían pasado 2 meses y Karen era la quinta persona que Phil enterraba viva, ese era su modus operandi, después de todo, no le gustaba la sangre, ni el desastre que conlleva un asesinato. <<Es mejor así, solo hay que dejar que mueran por si solos>> se decía así mismo mientras estaba parado frente a la que ahora era la tumba de Karen, entonces lo vio. El hombre de negro estaba parado no muy lejos de donde él estaba.
-Si...entiendo, respetare nuestro acuerdo. Te traeré más...muchos más. -
Phil tomo su pala y fue en búsqueda de otra persona, otra víctima…otro pago.
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