Un Mal Día (Parte 2)
Era la 1:45 p.m. cuando Sally Austin estacionaba su camioneta familiar afuera de su casa, acababa de recoger de la escuela a sus dos hijas, Caroline y Eleanor.
Mientras Sally bajaba del auto pudo escuchar a
las dos niñas decir algo sobre una carrera hasta la puerta, ella solamente
sonrió y las siguió. Abrió la puerta frontal de su casa y coloco sus llaves en
un tazón que estaba sobre una mesita cerca de la entrada, mientras las niñas
corrían por la casa.
-Tengan cuidado, no corran– las niñas no le
hicieron caso, sin embargo esto no le molesto, al contrario, la hizo sonreír al
verlas tan llenas de vida.
Se dirigía hacia la cocina para empezar a
preparar el almuerzo cuando escuchó los gritos de las niñas provenientes de la
sala. Inmediatamente corrió hacia ellas pero en cuanto llego a la sala ya era tarde.
Había un hombre, estaba completamente vestido
de negro y tenía un arma en la mano, en el momento en el que Sally intento
hacer algo, dos hombres la tomaron por la espalda, uno la sujetaba mientras el
segundo la amordazaba. Sally pudo ver como otros dos hombres tenían a sus
hijas, ellas también estaban amordazadas, les habían atado las manos y les
habían vendado los ojos. Sally forcejeo, intento gritar y soltarse pero era
inútil.
Colocaron a Sally y a sus hijas en la sala, a
diferencia de las niñas, Sally no tenía los ojos vendados. Un hombre las iba a
ver periódicamente para asegurar que todo estuviera bien mientras que los demás
hablaban a lo lejos, Sally podía escuchar el balbuceo e Intentaba desatar sus
manos mientras pensaba en una forma de escapar. Sally Austin no era alguien que
se rindiera y tampoco alguien que se desesperara fácilmente o que cayera
rápidamente en manos del pánico, después de mucho esfuerzo por fin logró aflojar
el nudo de sus manos. Y mientras se terminaba de liberar pudo escuchar una voz
a lo lejos.
-…Un amigo James, uno que necesita que le
hagas un favor…-
Sally reconoció el nombre de su esposo, de
alguna forma estaban hablando con él y ella tenía que hacer algo. Se quito la
tela con la que la habían amordazado pero en ese momento uno de sus captores se
acercaba hacia el lugar donde estaban ella y sus hijas, rápidamente se levanto
tomo una lámpara que tenia cerca y lo golpeo con ella, el sonido advirtió a los
otros hombres que algo sucedía. Sally tenía poco tiempo así que intento
advertir a su esposo.
-¡James, James! ¡Tienen armas, las niñas y yo
estamos…!- no pudo terminar la frase, alguien la había golpeado haciendo que
cayera inconsciente al suelo.
Cuando Sally abrió los ojos estaba nuevamente
atada de manos, sentada en el sillón y con dolor de cabeza.
-Despiertas justo a tiempo primor, al parecer
tu esposito no pudo lograrlo-
El hombre terminaba la oración mientras
colocaba su arma frente a la cara de una de sus hijas.
-Despídete de mami, corazón-
Sally sintió como su mundo se comenzaba a
derrumbar, intento pensar en algo, encontrar una salida, pero no tenía el
tiempo suficiente. Así que obedeció el primer instinto que tuvo. Se abalanzo
contra el hombre.
Atada de manos se arrojó frente a su captor y
ambos cayeron al suelo. Debido al impacto el hombre jalo del gatillo y el
disparo retumbo por toda la casa. Fue en ese momento cuando su esposo estaba en
la puerta.
Un par de segundos de silencio invadieron la
casa hasta que una mujer interrumpió la calma con sus gritos. James entro
rápidamente a la casa, pudo reconocer que los gritos eran de su esposa.
- ¡Sally, Sally!-
Gritaba desesperadamente, el miedo lo invadía,
sabia que lo que había escuchado era un disparo y se temía de quien pudiera ser
la victima de la bala. – ¡Sally!- Lanzó el último grito antes de llegar a la
sala.
James vio a su esposa en el suelo gritando
mientras que un hombre a su lado se terminaba de poner de pie.
-¡Maldito
bastardo!- se abalanzó contra el agresor de su esposa pero los otros hombres lo
detuvieron.
-Tranquilo james, todo este bien- le respondió el hombre mientras guardaba el
arma.
-Ves es solo su hombro, se pondrá bien-
-¡Eres un infeliz!-
El hombre soltó una leve carcajada antes de
empezar a dar órdenes.
-Sr. Sócrates, por favor atienda a la Sra.
Austin antes de que esa herida se ponga fea-
Rápidamente uno de los hombres desató las
manos de Sally.
-Haga presión fuerte aquí- le dijo mientras le
enseñaba donde colocar sus manos.– ahora,
¿dónde puedo encontrar un botiquín medico?-
-En el baño de arriba- le señalo James
rápidamente.
El sr. Sócrates y otro hombre se llevaron a
Sally para atenderle la herida, mientras el resto se quedaba en la sala, ataron
a james de manos y lo sentaron junto a sus hijas.
-Tranquilas niñas, mami va a estar bien- las niñas estaban llorando, a pesar de no
poder ver nada sabían que algo estaba mal. El sonido del disparo y los gritos
de su madre solamente las había asustado más.
-Bien james, ahora hablemos de negocios- uno
de los hombres tomo una silla del comedor y la colocó frente a james.
-¿Quién demonios son ustedes y que es lo que
quieren?-
-Oh, vamos james, pero si acabamos de hablar
por teléfono hace unos minutos, ¿ya te olvidaste de mi?-
James no respondió, solamente miraba al hombre
a los ojos. Lo miraba con odio.
-Bien, me puedes llamar el Sr. Aristóteles, él
es el Sr. Arquímedes y el otro es el Sr.
Platón- Señalo a los hombres a sus espaldas.
-Los dos que subieron con tu esposa son el Sr.
Sócrates y el Sr. Pitágoras, no te preocupes el Sr. Sócrates es bueno con las
heridas. Y en cuanto a lo que queremos, bueno es muy simple...-
-Tú eres el contador más importante de Dynamic
Tecnologies, tienes acceso a las cuentas, retiros, traslados, manejo de acciones,
etc. Etc. Etc. En resumen, James, tú
manejas mucho pero mucho dinero-
-No- protesto James - Estas equivocado, somos
3 contadores y ninguno hace todos los movimientos. Se necesita la aprobación,
consentimiento y firma de los 3 para poder hacer algo-
El hombre sentado frente a James empezó a reír
a carcajadas.
-James, James. ¿En cerio crees que me puedes
engañar?-
Se levanto de la silla en dónde estabas y se
acerco más hacia el sillón en donde estaba James.
-Te hemos seguido, te hemos investigado y te conocemos
muy bien. Tú eres la mano derecha, amigo cercano y hombre de confianza de
Philip Thompson, Dueño de Dynamic Tecnologies. Sé que no se puede mover un
centavo sin tu consentimiento, pero se pueden mover millones si tú haces la
transferencia personalmente-
James respiraba profundamente y veía atónito
al hombre que tenía enfrente. ¿Cómo pudo ser tan descuidado? ¿Cómo no pudo
notar que lo seguían? ¿Cómo no anticipo esto antes? Esas eran las preguntas que
empezaban a rondar por su cabeza.
-Ahora, también se que al viejo Thompson no le
gustan las transferencias electrónicas, así que tu realizas todos los
movimientos con un cierto orden y con algunas normas especificas, no te
preocupes también sabemos todo eso… -
En ese momento los dos hombres bajaron con Sally
por las escaleras, mientras un tercero lo hacía con una maleta.
-Sr. Arquímedes por favor mueva la camioneta
de la Sra. Austin. El disparo pudo haber alertado a alguien. Nos debemos mover,
pasaremos al plan B-
Llevaron a toda la familia a la cochera en
donde tenían una van blanca sin cristales y con placas de otro estado, subieron
a los cuatro y la maleta.
-¿Estás bien cariño?- Le pregunto preocupado
james a su esposa.
-Si cariño estoy bien-
James pudo ver en el rostro de Sally su profunda preocupación e incertidumbre. -Tranquila, saldremos de esto, lo prometo…-
James pudo ver en el rostro de Sally su profunda preocupación e incertidumbre. -Tranquila, saldremos de esto, lo prometo…-
En ese momento los interrumpió el hombre al
que llamaban Arquímedes.
-Listo jefe- Dijo
mientras subía a la camioneta.
Una vez todos abordo. Abrieron la cochera y
salieron hacia su destino, el cual James pensaba ya conocer.
Mientras avanzaba la camioneta James solo
podía pensar en que debía de sacar a su familia de ahí, los tenía que poner a
salvo antes de que ese día se pusiera peor.
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