La Llamada
La noche es fría. A pesar de que corro tan rápido como puedo
por las calles siento como se me congelan las manos.
Es curiosa la forma en la
que la tecnología avanza y todo lo viejo desaparece, llevo 4 cuadras y no he
encontrado una maldita caseta telefónica, cuando por fin la veo corro aún más
rápido y al llegar a ella introduzco las monedas, las manos me tiemblan y mi respiración
es pesada. Coloco el auricular en mi rostro y marco los números tan rápido como
puedo, pasan un par de segundos hasta que me da tono, es entonces cuando pienso
en lo que voy a decir, ¿Cómo exactamente voy a explicarme? ¿Cómo hacer para que
me crean y me escuchen? Podría decirles lo que escuche en las noticias y después
explicar lo que acaba de suceder, pero… ¿me creerán? Si me fuesen a decir lo mismo, sé que
difícilmente yo lo creería. Nadie contesta, ¿por qué demonios nadie alza la
bocina? ¿Acaso están muy ocupados? ¿Acaso a nadie le importa saber que acaba de
suceder un asesinato?...
Aun no asimilo la atrocidad que vi hace tan solo unos
minutos, y lo único en lo que pienso es en que yo no hice nada para evitarlo,
no lo detuve. Simplemente me quede ahí, mirando, al igual que un cobarde. El
teléfono suena por última vez antes de mandarme a una especie de grabación para
esperar, nadie ha respondido a mi llamado, de nuevo.
Coloco el auricular en su lugar y escucho que el teléfono libera mis monedas. Podría intentarlo de nuevo, pero ¿Qué cambiaría esta vez? ¿Por qué abrían de ayudarme de todas formas?
Coloco el auricular en su lugar y escucho que el teléfono libera mis monedas. Podría intentarlo de nuevo, pero ¿Qué cambiaría esta vez? ¿Por qué abrían de ayudarme de todas formas?
Es la cuarta vez que intento entregarme, es la cuarta vez
que busco ayuda, a pesar de que sé que es inútil. Cada vez es más difícil
intentar detenerme, sé que abría formas más fáciles y que si en realidad
quisiera evitaría dañar a más personas, supongo que en el fondo no quiero
parar, supongo que no quiero que me detengan. Recojo mis monedas y noto la
sangre en mis manos, no puedo evitar sonreír y sentir lastima por mí mismo.
Reviso mi reloj y me doy cuenta de que faltan unas horas para que salga el sol, las calles están casi vacías y mientras me alejo de aquel teléfono me pregunto si la próxima vez lo intentare de nuevo, me pregunto si la próxima vez intentare hacer esa llamada. Supongo que solo es cuestión de tiempo para averiguarlo.
Reviso mi reloj y me doy cuenta de que faltan unas horas para que salga el sol, las calles están casi vacías y mientras me alejo de aquel teléfono me pregunto si la próxima vez lo intentare de nuevo, me pregunto si la próxima vez intentare hacer esa llamada. Supongo que solo es cuestión de tiempo para averiguarlo.
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