Puff


Cuando abrió los ojos, vio nieve debajo de las palmas de sus manos. No recordaba haber caído, tropezado o en donde estaba, pero por lo menos, donde quiera que fuera, había nieve y a ella le gustaba mucho la nieve.

Se puso de pie y de pronto se sintió más alta, pero no le dio importancia, fue la vista frente a ella lo que llamó su atención. Parecía estar en una gran pradera rodeada por montañas y cubierta de nieve.

Se puso a pensar en si podría hacer un muñeco de nieve cuando alguien la llamó a sus espaldas, era un joven a caballo y traía un corcel más junto a él, era un gran caballo blanco.

-Te busqué por todos lados, vamos, está por comenzar.-

Se acercó al caballo y subió a él, a pesar de no recordar haber montado uno antes. Cabalgaron a toda prisa cuesta abajo, ella iba distraída con el paisaje, el galopar y el viento en su rostro.

-¡Ahí vienen!-

Vio hacia el frente y a lo lejos pudo ver una gran multitud, iban también a caballo y se dirigían en dirección opuesta a la que ellos iban.

-Vamos, más rápido.- Le dijo mientras desenfundaba su espada, ella notó que también tenía una consigo y procedió a hacer lo mismo. Se vio a sí misma en el reflejo por un momento y no se pudo reconocer del todo, pero tampoco le dio importancia a aquello, la sujetó con una mano y la levantó en el aire al igual que  lo hacía su acompañante.

No sabía que estaba pasando o donde estaba y por un momento sintió miedo, sin embargo, fue entonces cuando escuchó los gritos de hombres y mujeres a sus espaldas. Giró la mirada rápidamente y vio una gran multitud, todos a caballo y con sus armas en el aire.

Rápidamente la alcanzaron y al ver a todos alrededor de ella el miedo desapareció y se unió al grito de batalla.

Iba a toda velocidad, o por lo menos tan rápido como su caballo se lo permitía cuando vio un extraño humo color azul empezar a rodearla. Intentó ir más deprisa pero el humo solo aumentaba, pensó en si tal vez venía de ella, en si alguien más lo notaba o en sí podría venir de su caballo, tal vez se había descompuesto o ella lo había apretado de la forma incorrecta o tal vez aquello era lo que los caballos hacían cuando iban demasiado rápido, después de todo nunca había tenido un caballo antes. Para cuando pensó que tal vez debía pedir ayuda el humo ya la había envuelto por completo, y entonces…

-Puff-

Cuando abrió los ojos nuevamente, esta vez se encontraba viendo hacia el horizonte, al punto donde el océano y el cielo se unen. Escuchaba las olas del mar y sentía la brisa en la cara, siempre le había gustado el mar, sobre todo hacer castillos a la orilla para después ver como la marea por fin se los llevaba consigo.

-Capitana ¡ya viene!-

Aquellas palabras la hicieron reaccionar. Estaba en un gran barco y todos corrían por todos lados, sin ir realmente a algún lugar. Ella tenía puesto un largo abrigo rojo, un gran sombrero del mismo color, botas y el resto del atuendo común entre los piratas. No recordaba cómo había llegado hasta ahí, mucho menos como se había vuelto capitana, pero eso no le preocupaba, después de todo, el rojo era su color favorito.

-Es Barbanegra, Capitana, viene hacia nosotros.-

Caminó por la cubierta y todos se detuvieron a su alrededor por un momento, sacó su catalejo, que también era de color rojo, y vio el gran barco que se aproximaba hacia ellos. Tenía velas negras y en el mástil más alto una vela con una calavera en el centro que tenía una larga barba dibujada. Y justo en medio de aquel barco había lo que a lo lejos parecía ser un hombrecito con una larga barba que agitaba los brazos de un lado al otro dando órdenes.

-¿Qué haremos jefa?-

Guardó nuevamente el catalejo y camino de un lado al otro mientras pensaba, después de un momento, se detuvo justo en medio de la cubierta, respiro y dijo -Si ellos vienen por nosotros, no vamos a huir ¡iremos por ellos!-

”Aye” gritaron todos con los puños en el aire.

-¡Arrg! icen las velas y preparen los cañones- en ese momento, todos volvieron a correr en todas direcciones y en un par de segundos las grandes velas rojas se desplegaron y el barco comenzó a moverse en dirección a la nave frente a ellos.

Se quedó viendo por un momento hacia las velas, en como el rojo contrastaba con el azul del cielo y entonces lo vio, pequeños destellos rojos que se le hicieron familiares, pero pensó que tal vez era por las velas y los ignoró.

-¡Nos estamos acercando Capitana!-

Más de cerca el barco de Barbanegra se veía gigante en comparación con su nave, pero ella no tuvo miedo. Desenfundó su espada y gritó como lo hacían los piratas en aquellos momentos, o como creía que lo harían en ese tipo de ocasiones, el resto de la tripulación la siguió y levantaron sus espadas.

Fue en ese momento que vio el humo color rojo rodeándola. Parecía salir debajo de ella, reviso debajo de sus botas pensando que tal vez había pisado algo pero no había nada. Rápidamente se quitó las botas y se cambió de lugar pero el humo la seguía y la rodeaba cada vez más. Empezó a agitar su espada contra el humo pero este solo aumentaba, pensó en saltar del barco pero le preocupó que el agua estuviera muy profunda, se preguntó tal vez si lograba subir a una de las velas o si se colocaba en un lugar donde el viento soplara más fuerte cuando…

-Puff-

Esta vez fue el sol lo que la hizo reaccionar, iba cabalgando a toda velocidad sobre un caballo marrón con manchas blancas y se preguntó si aquel corcel era suyo, y de ser así, si se llamaba “Vaca”, ella le habría puesto así.

-Jefa los estamos alcanzando.-

Junto a ella iba otra joven sobre un caballo color negro. Llevaba un sombrero, camisa a cuadros, botas y esas cosas de metal, las cuales no recordaba cómo se llamaban, en forma de estrella en las botas, detrás del pie. Ella iba vestida de forma similar, pero tenía una larga gabardina de piel color café y una placa que decía “Sheriff”.

-Ahí están jefa, es Billy “The Kid” y su banda de rufianes.-

Dirigió la mirada hacia el frente y vio cinco personas a caballo, iban uno al lado del otro y en centro estaba él.

Billy “The Kid” era un niño de unos doce años y llevaba meses atormentando a los pueblos vecinos, no tenía idea de cómo sabía esto, pero lo sabía, de eso no tenía duda. Esta mañana había llegado a su pueblo y había robado la dulcería. Se había llevado desde los caramelos a las paletas, pasando por las gomitas y la goma de mascar, y ella no lo iba a permitir, después de todo, la goma de mascar era su favorita.

-Tengo una idea Jefa.-

Su acompañante desenfundó su revólver y lo levantó en el aire.

-¡Alto ahí!-

Exclamó antes de hacer dos disparos al aire, pero los bandidos no se detuvieron. Lo único que consiguió fue que uno de ellos le hiciera una señal obscena con el dedo de en medio de la mano derecha.

Fue entonces que notó el gran lazo que colgaba a un costado de “Vaca”, como había decidido que se llamaba aquel corcel, sin importar si era suyo o no. Lo tomó e hizo un nudo en un extremo antes de empezar a girarlo sobre su cabeza.

-¡Sígueme!- Le dijo a su compañera, quien procedió a hacer lo mismo con el lazo que ella llevaba.

Comenzaron a cabalgar más de prisa y a acortar la distancia entre ellas y los forasteros.

-¡Hasta aquí llegó tu suerte Billy!- Gritó mientras se aproximaba a todo galope cuando lo vio.

Un extraño humo color rosa empezó a envolverla poco a poco, no sabía que era, ni de dónde venía, pero tenía el presentimiento de que no era bueno.

-¡Vamos “Vaca” más de prisa!-

Su caballo comenzó a ir más rápido, como si hubiera entendido aquella orden y cuando estuvo lo suficientemente cerca arrojó el lazo y rodeó a Billy con él.

-Se terminó.- Dijo al ver que lo había atrapado.

Estaba tan distraída en su victoria que no notó que el humo a su alrededor había aumentado. Fue entonces cuando…

-Puff-

Esta vez cuando abrió los ojos estaba en un lugar conocido. Se encontraba sentada en el columpio que colgaba del árbol que había justo en el centro del patio trasero de su casa.

Por alguna extraña razón se sintió feliz de ser una niña de siete años y de estar en casa, se columpió un par de veces y pensaba en buscar algo de comer cuando un fuerte viento sopló y un sonido mecánico se escuchó sobre su cabeza. Levantó la mirada y lo vio.

Una enorme nave espacial se encontraba flotando sobre el cielo, con cientos de luces de todos los colores que brillaban cada vez más y más, fue tanta la luz que por un momento tuvo que apartar la mirada, y cuando volteó nuevamente ya no había nada.

-Por fin, he logrado encontrarte.-

Escuchó la voz detrás de ella, era una voz rara, del tipo que tiene la gente cuando les da gripe. Cuando volteó no pudo creer lo que vio.

Frente a ella estaba una criatura con una altura poco menor a la de un adulto promedio, regordete, con pelaje color violeta. Lo cual le pareció genial, ya que ese color le gustaba, no tanto como el rojo, pero estaba entre sus cinco colores favoritos.

La criatura tenía tres piernas, cuatro ojos, dos brazos, lo cual no era muy sorprendente comparado a lo demás, pero tenía tres dedos en cada mano, lo que hizo que se preguntara cómo era que podía agarrar las cosas. Y justo en medio del rostro tenía una larga trompa, similar a la de los elefantes, ese era su animal favorito.

Además de todo esto, iba vestido con unas grandes botas negras, unos pantalones cortos igual de color negro, un chaleco color rojo y sobre su cabeza llevaba una especie de sombrero, que también era de color negro.

-Me perdí por un momento, sabes, he dado la vuelta en Jultendog-5, yo sé, yo sé, error de principiante, pero la guía de la nave estaba dañada.- Se echó a reír y su trompa se estiraba y encogía mientras lo hacía.

Ella simplemente se le quedó viendo boquiabierta con los ojos abiertos de par en par.

-Pero, andando. Debemos darnos prisa o llegaremos tarde.- Estiró uno de sus brazos y le extendió la mano esperando a que ella la tomara.

-No.- Dijo ella -No debo de hablar con extraños.- Dijo aquello a pesar de no estar segura si la reglaba aplicaba únicamente a humanos o también a extraterrestres, tendría que confirmar con su madre en cuanto la viera.

-Oh, buena estrategia. Permíteme presentarme, mi nombre es “Zitxlotzxmtrz” y soy el primer general al servicio de su majestad.- Dijo estas últimas palabras mientras se retiraba el sombrero y hacía una reverencia.

-Zitcst… ¿Qué?-

-Sí, es un poco difícil, es porque la segunda “z” es muda.-

-Zitzcst… ¿no tendrás de casualidad un segundo nombre?-

-Cierto, olvidaba que los humanos usan nombres muy simples entre ustedes.- Dijo mientras resoplaba por su trompa -¡Ya se! puedes llamarme “Rufus”.-

-Rufus... ¿Seguro?-

-Sí, escuche a unos niños gritar ese nombre por un parque cerca de aquí, lo decían una y otra vez y me pareció un nombre genial. Ahora, vamos, no hay más tiempo que perder.-

Una vez más le extendió la mano y esta vez ella la tomó, después de todo ya no era un extraño y “Rufus” había sido el nombre de su primer perro. Solo le puso una condición, debía estar de vuelta para la cena o su madre la castigaría, además de que se podría preocupar.

Una fuerte luz la hizo cerrar los ojos de nuevo y cuando los abrió nuevamente se encontraba en medio de un gran estadio. El lugar estaba lleno de criaturas de diferentes formas, aunque la gran mayoría era similar a Zitcs…Rufus.

-Y bien General, ¿Es esta la niña que nos ayudará con la decisión final?-

-Así es, mi reina.-

-Bien. Niña, hemos estado aquí por cuatro días intentando llegar a un veredicto.-

La reina era igual a “Rufus”, pero era más alta, delgada y llevaba un largo vestido blanco.

-¿Decidir?- Dijo ella sin saber aún por qué estaba ahí.

-Sí, necesitamos un ganador y escuchamos que eras una experta en esto.-

Tronó los dedos y rápidamente colocaron una mesa con cuatro vasos grandes y pesados color dorado sobre la misma.

-Vamos, necesitamos un ganador y ya hemos esperado mucho.-

Lo dudó por un momento, pero se acercó hacia la mesa y tomó uno de los vasos. Vio el líquido dentro de él y lo acerco un poco hacia su rostro para olerlo, era algo familiar y dulce. Le dio un trago pequeño y justo como pensó, era jugo de uva, su favorito.

Procedió a dar varios tragos a cada uno de los vasos hasta que estuvo segura y eligió uno de ellos como el mejor.

Todos aclamaron al ganador al ver el vaso seleccionado y gritaron su nombre una y otra vez, pero era aún más largo y complicado que el de “Rufus” así que no intentó entenderlo.

“Rufus” se acercó y la cargó sobre sus hombros mientras ella terminaba el jugo ganador. Estaba tan distraída que no notó el humo color púrpura que los envolvió rápidamente.

-Puff-

Su madre cerró el libro de cuentos al ver que la pequeña Julia estaba profundamente dormida, colocó el libro sobre una mesita junto a la cama y apagó la lámpara que se encontraba en la misma.

Le dio un beso en la frente y la vio por un momento mientras se preguntaba qué tipo de aventuras estaría teniendo en sus sueños. Seguro a la mañana siguiente le contaría todo como era costumbre durante el desayuno.

Salió del cuarto y dejó la puerta ligeramente entreabierta para dejar entrar la luz del corredor, después de todo, recordó las palabras de su hija, nunca se sabe cuándo podría hacer falta.

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