Capgras

 


El manojo de llaves se agitaba y resonaba mientras Margaret intentaba forzar la tercera llave para abrir la puerta. Maldecía mientras cambiaba una tras otra las llaves con sus manos temblorosas, pero la perilla seguía sin girar.

¿De dónde habían salido todas aquellas malditas llaves? y más importante aún, ¿Por qué no podía recordar cuál era la maldita llave correcta? Podía sentir como la agitación aumentaba en el latir de su corazón y su respiración con cada llave incorrecta mientras aquellas dos preguntas atormentaban su mente. 

De pronto, escuchó pasos bajar rápidamente por las escaleras, aquello hizo que se sobresaltara y dejara caer las llaves, giró la vista y pudo ver detrás de sí a una mujer de mediana edad, se veía agitada y se sobaba parte del rostro mientras se recargaba en la pared.  El parecido era sorprendente, a tal punto que tan solo verla le causaba terror en lo más profundo de su ser.

-Tía, detente, por favor.-

Inclusive sonaba como ella, pero fuera lo que fuese aquella cosa, no era ella. Levantó las llaves rápidamente del suelo y las apretó, pero las manos le temblaban cada vez más haciendo que se produjera un leve tintineo.

-Tía, escúchame, tienes que calmarte, esto es solo un episodio, tú solo…-

-¡No! No soy tu tía, no eres ella, ¿Dónde está? ¿Qué has hecho con Lily?-

-Tía soy yo, escúchame…-

- ¡No! -

Lily apenas y logró esquivar las llaves cuando se agachó. Para cuando se reincorporó vio la silueta de su tía alejarse hacia la cocina, respiró con cierto alivio al ver las llaves en el piso, quitar la llave principal de ahí había resultado ser buena idea, se encontraba inmersa en aquel pensamiento, cuando escuchó el estallido del cristal de la puerta corrediza que se encontraba en la cocina.

Al llegar ahí, vio a Margaret de pie a mitad de la cocina, tenía un cuchillo en la mano izquierda y en la otra, ensangrentada, un martillo.

- ¡Aléjate! - Levantó el cuchillo en dirección a Lily y lo agitó en el aire.

-Tía, por favor espera, soy yo.-

- ¡No! No eres ella, no eres ella, ¡No eres! -

Por suerte para ella, Margaret no tenía muy buena puntería, pero ver el martillo estrellarse contra el jarrón de galletas que tenía cerca de la mesa hizo que se sobresaltara y soltara un grito mientras cerraba los ojos para agacharse por un momento. Para cuando los volvió a abrir, Margaret ya no estaba.

Fuera llovía, corría tan rápido como podía, entre tropezones y maldiciones por un costado de la casa, ni siquiera había notado el momento en el que había soltado el cuchillo, no importaba mientras pudiera salir de aquel lugar, aquella no era su casa. Para cuando por fin llegó al jardín frontal, pudo ver las luces de una patrulla acercándose, le hizo señas pidiendo ayuda y esta se detuvo frente a ella.

-Oficial, oficial, por favor, tiene que sacarme de aquí.-

- ¿Margo? -

Fred bajó del auto y vio a la tía de su esposa completamente empapada, tenía una herida en la mano, balbuceaba entre sollozos y temblaba.

-Todo va a estar bien Margo, todo va a estar bien.- La abrazó y vio a su esposa salir tambaleándose por un costado de la casa.


-Vaya, fue un buen golpe el que ha recibido Sra. Pollaki, pero me alegra informarle que no paso a nada más, un antiinflamatorio y un analgésico será todo lo que necesitará.-

-Muchas gracias doctora Hernández, que hay de mi tía, ¿cómo se encuentra ella?-

-Está más calmada, necesitó un par de puntadas en la mano y también le daré algo para el dolor.- La doctora hizo una pausa antes de abrir una de las carpetas que tenía sobre su escritorio. 

-Escuchen, sé que no ha sido fácil después del accidente...-

Dentro de la carpeta había reportes, pruebas de diversos tipos, resultados y análisis médicos y un par de fotografías, algunas eran de Margaret y entre ellas había una con un automóvil volcado, con la parte delantera completamente destruida.

-Los episodios que sufre su tía son secuelas ocasionadas por una posible contusión que afecto la forma en la que su cerebro procesa cierta información, como bien saben, sin embargo, si me permiten dar mi opinión, les recomendaría dejarla aquí un par de días, la supervisaremos, nos aseguraremos de que tome sus medicamentos y de que asista a sus sesiones de terapia.-

-Ella... La última vez que la internamos, nos tomó un tiempo recuperar su confianza de nuevo, no sé si es un lujo que nos podemos dar en este momento doctora.-

-Yo sé que te preocupa Lillian, pero el episodio de hoy, este tipo de reacciones violentas necesitan ser monitoreadas de cerca.-

- ¿Podríamos verla? Hablar con ella y tal vez poco a poco hacer las citas más frecuentes, ¿Quizá? -

-La pueden ver y claro, al final es su decisión, yo únicamente les comparto mi recomendación desde un punto de vista médico, y debido a que me intereso por ambas.-

En su habitación, Margaret se encontraba recostada, platicando alegremente con una enfermera sobre una receta para preparar pastel de limón. Al ver a la doctora aproximarse a la habitación la enfermera se despidió con un “Hasta luego Maguie, fue un gusto.” Lo cual hizo que el semblante de Margaret cambiara de inmediato y la tomara del brazo por un momento.

-Margo.-

- ¿Disculpa? -

-Todos me dicen Margo querida, o Margaret. Maguie era mi abuela, y no sé qué llevó a mi madre a ponerme el nombre de aquella mujer tan atroz, fue quizá su forma de atormentarme por el resto de mi vida, pero me rehúso a utilizar el nombre igual que ella lo hacía.-

-Yo… Lo siento, no sabía.-

-Lo sé hija, descuida.-

La soltó del brazo y le dio una cálida sonrisa, con eso dio el tema por concluido y la dejo marcharse en el momento en el que su doctora cruzaba la puerta.

- ¿Cómo te sientes Margaret? -

-Mejor doctora Hernández, yo…- Su mirada se encontró con la de su sobrina. -Lo siento, lo siento mucho.-

Lily vio a su tía ceder un par de lágrimas, se acercó a la cama y tomó su mano.

-Lo sé tía, lo sé.-

Volvieron a casa esa noche. Fred regresó a la comisaria a terminar su turno mientras ellas entraban por la puerta principal, al cruzar el umbral Margaret sintió una vez más que la culpa le causaba un nudo en la garganta, se quedó inmóvil por un momento, hasta que sintió la mano de su sobrina en su espalda acompañada de un “Todo estará bien.” Y aquello la hizo sentir un tanto aliviada.

Lillian la arropó como si fuese una niña pequeña, le dio un beso en la frente y le ofreció un poco de cocoa antes de dormir.

-Gracias por todo Lily.-

-Descuida.- Dijo mientras se ponía de pie y se dirigía hacia la puerta. La volteó a ver una última vez y sonrió mientras comenzaba a cerrar tras de sí. 

-Todo estará mejor muy pronto, ya lo verás, Maguie.-

Cerró la puerta y Margaret pudo escuchar como le ponía llave desde fuera. Se quedó inerte viendo hacia la puerta de la habitación en la que se encontraba mientras el miedo la comenzaba a invadir nuevamente y pronunciaba para sí misma aquel nombre una y otra vez... “Maguie”.

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