Sniff (Capítulo II)

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-Cariño, ¿Te encuentras bien?-

Olivia se acercó a para verlo más de cerca y colocó la mano derecha en su frente al igual que una madre cariñosa lo haría con su pequeño hijo para tomar su temperatura.

Él simplemente no se podía mover, tenía tanto la boca, como los ojos abiertos de par en par, estaba en una especie de trance mirando a la persona que se encontraba frente a él. Era justo como la recordaba, su largo cabello castaño y ondulado que le llegaba a cubrir los pechos, sus grandes ojos color miel y aquel pequeño lunar que siempre le había parecido tan característico y sexy en el extremo cercano a la sien de su ceja izquierda, cerca del ojo. 

Cuando sintió su mano en la frente por fin logró cerrar los ojos y sintió una lágrima resbalar por su mejilla.

-No creo que tengas fiebre pero si te sientes mal deberíamos de…- Cuando apartó la mano de su frente él la tomó y entre cruzó sus dedos con los de ella por un momento.

-Estás aquí...- Dijo las palabras viéndola a los ojos, se estiró hacia ella y suavemente apartó un mechón de cabello que le cubría parte de la cara antes de acariciar su rostro delicadamente.

-Estás aquí...- La besó y la abrazó, acercándola tanto como pudo a su cuerpo hasta sentir su respiración contra su pecho.

-Estás aquí.- Esta vez lo dijo en voz baja, como si estuviese terminando una especie de conjuro, sin apartarla de entre sus brazos.

Ella lo apartó de sí suavemente colocando ambas manos en sus hombros mientras lo veía de forma extraña.

-¿Tuviste otra de esas pesadillas extrañas de nuevo?- 

-La peor que he tenido en mi vida.- La abrazó una vez más y ambos permanecieron en silencio por un momento.

Cuando por fin logró quitarselo de encima, Olivia se levantó de la cama y comenzó a arreglarse mientras él la seguía con la mirada por toda la habitación.

-Recuerda que hoy hay que ir al banco y revisar un par de cosas con el florista.- Escuchó su voz a lo lejos y dijo que sí, sin estar seguro de que era lo que le había preguntado. 

No sabía que había sucedido, era imposible que todo hubiese sido solo un sueño y por otro lado, mientras más lo pensaba, las probabilidades de que realmente se encontrara tirado en la sala de Bobby con una sobredosis de lo que sea que fuera aquel polvo azul eran muy elevadas. Pero en aquel momento, mientras la veía peinarse, ir de un lado a otro de la habitación y elegir tres opciones diferentes de ropa para finalmente optar por una cuarta, el ¿Cómo? ¿Cuándo? y ¿Por qué? eran la última de sus preocupaciones. 

Decidió no buscar una explicación para lo que había ocurrido aquella mañana, tomó una pastilla para el dolor de cabeza y simplemente eligió aprovechar el tiempo que pudiera tener con ella, inclusive si aquello era solo una alucinación pre mortem.

Ese día faltó al trabajo y cuando ella le preguntó si aquella decisión no le traería problemas, sonrió al pensar lo mucho que había cambiado su forma de pensar. En algún otro tiempo posiblemente se hubiese preocupado por faltar a trabajar sin un aviso o sin una razón real, pero después de todo lo que había pasado, lo que pudiera ocurrir con su trabajo era algo que no lo angustiaba. Simplemente le dio un beso en la frente y la invitó a desayunar fuera.

La llevó al que era su café favorito, se encontraba cerca de uno de los parques principales de la ciudad y a él aún le resultaba curioso el hecho de que a pesar de haber ganado fama en los últimos años debido a un reportaje por internet, aún mantenía aquella esencia hogareña que lo había caracterizado siempre.

Se sentaron en una de las mesas que se encontraban fuera y la observó atentamente con una sonrisa en el rostro todo el tiempo. Sus ademanes, sus gestos y las pequeñas marcas que se le formaban en la comisura de los labios. Aquello, junto con la delicada forma en la que pasaba sus dedos por su cabello de vez en cuando, su voz y su risa lo tenían en una especie de transe. Era lo que había anhelado tanto durante tantos meses y ahora por fin estaba ahí, sentada justo frente a él.

Es extraño, pensó, la había echado de menos por tanto tiempo y, sin importar cuantas cosas recordara, notó que muchas otras se escapaban de su memoria. Eran cosas mínimas y aun así se sintió algo culpable al notarlas nuevamente, tan pequeñas como la forma en la que doblaba las servilletas debajo de su plato o el hecho de que cerraba los ojos por un momento mientras olía su café antes de darle el primer sorbo. Se encontraba inmerso en aquel pensamiento cuando de pronto sintió la mano de ella sobre la suya.

-Tierra a Clayford Archet, ¿Se encuentra ahí señor Archet?-

Simplemente soltó una pequeña risa y tomó su mano entre las suyas.

-Tienes esa mirada, ¿Sabes?- Hizo el comentario mientras le daba un último trago a su café. Él simplemente pidió la cuenta y entrelazo los dedos de su mano con la suya antes de que ella continuara.

-Es la misma mirada que ponen los niños en la escuela cuando les leo un cuento. Tienen los ojos bien abiertos y la mirada fija hacia ti pero aun así sabes que no te están viendo, no, ellos están en otro lugar, en otro mundo, se encuentran corriendo por el país de las maravillas o sobrevolando nunca jamás.-

El mesero los interrumpió y les entregó la cuenta. Mientras él pagaba ella revisó su reloj -El Banco.- Susurró. 

La escuchó, y a pesar de sentir una descarga por la espina dorsal, intentó mantener la calma, respiró profundamente y trató de sonar lo más relajado posible.

-Descuida.- Notó un ligero temblor en su dedo anular y meñique derechos. -Podemos hacernos cargo de los pagos y el resto de los pendientes de la boda después, hoy, quédate conmigo.-

Puso su mejor sonrisa y volvió a colocar su mano sobre la de ella esperando que no notara el temblor en su mano.

A ella le pareció tierno que a pesar de todos aquellos años, él aún se notara algo nervioso cuando se trataba de estar con ella. Aceptó su propuesta y por un momento decidió hacer a un lado el estrés y locura que habían causado los planes de la boda en los últimos meses.

Cuando por fin aceptó su idea de pasar le día juntos, se disculpó por un momento, justo antes de que se retiraran del establecimiento y fue a un teléfono público cruzando la calle, con el pretexto de hacer una llamada relacionada con el trabajo. “Ya sabes, es uno de esos clientes molestos, es mejor si no tiene mi número personal” le había dicho antes de darle un beso en la frente y alejarse de la mesa por un momento. 

Cuando levantó la bocina se dio cuenta de que no sabía qué decir ni las repercusiones que tendría aquella llamada. Se quitó el sudor del rostro con la mano, respiró profundamente y marcó el número de emergencias.

La llamada fue de solo un par de minutos, había sido lo más breve y conciso posible. Advirtió sobre el asalto al banco, mencionó las armas y que gente iba a morir. Cuando le preguntaron por su nombre y mas información para el “reporte judicial” él simplemente hizo énfasis en que la policía debía apresurarse y cuando la operadora le preguntó cómo tenía aquella información, lo único que se le ocurrió decir fue “Por que yo soy el que conduce el coche de escape” antes de terminar la llamada.

Cuando colgó podía escuchar las palpitaciones de su corazón y el sudor frío recorriendo su rostro y espalda. Permaneció frente al teléfono por un momento apretando puños y dientes, suplicando internamente que le hicieran caso a su llamada.

Cerró los ojos por un momento y respiró profundamente antes de decidir que, durante el resto del día, iba a ignorar los hechos que conocía de aquella fecha. Después de todo, lo que realmente quería se encontraba esperándolo en el café justo al cruzar la calle.

Para su sorpresa, al estar con ella aquellos eventos no se hicieron presentes en su memoria durante el resto de la tarde. Habían estado todo el día fuera entre tiendas departamentales, la había llevado a comer a su restaurante favorito y por el helado que más le gustaba en el centro de la ciudad. Para el final del día fueron al cine y vieron una película que eligieron allí mismo.

No fue sino hasta esa misma noche que, al no poder dormir, se encontró pensando en la gente del banco y en como la primera vez que había vivido aquel día no había podido dormir, claro que después de ese día no importaba cuanto durmiera, no volvió a sentir descanso. Después de mucho pensarlo, por fin se levantó por un vaso de agua y mientras le daba el primer trago decidió investigar un poco, o por lo menos intentarlo.

Encendió el televisor y pasó por los canales que repetían las mismas comedias una y otra vez, un par de películas de terror, entretenimiento para adultos, deportes y caricaturas antes de por fin encontrar el bloque de noticias.

Los primeros dos canales tenían la misma nota sobre una escuela, y fue hasta el tercero que apareció en la pantalla la entrada del banco con dos patrullas estacionadas fuera. Subió un poco el volumen y pudo escuchar como después de una llamada “Anónima” el robo había sido frustrado. Cinco personas habían sido arrestadas y las personas en el banco habían salido ilesas de aquella situación. 

Clayford exhaló y sintió alivio en todo su ser. Lo había logrado, de alguna forma sus acciones habían cambiado el curso de aquel día completamente, no solo para él y para Olivia, sino también para todas las personas que se encontraban aquel día en el banco.

Tomó el control remoto y justo cuando estaba a punto de apagar el televisor la imagen cambió. La misma escuela que había visto antes apareció en la pantalla, aquello llamó su atención y apartó el dedo del botón de apagado en el control remoto.

En la imagen, fuera de la escuela, diversas patrullas se encontraban detenidas y en la parte inferior de la pantalla la conductora del noticiero apareció y después de un momento comenzó a dar la nota.

“Hemos recibido una actualización con respecto a lo ocurrido esta tarde en la escuela estatal número 25. De acuerdo a un último reporte, es con pesar que debo informar que han incrementado a 17 el saldo de las víctimas”

Bebió una vez mas del vaso que tenía consigo y subió un poco más el volumen.

“Como posiblemente usted ya sepa, el día de hoy un estudiante abrió fuego dentro de las instalaciones del centro estudiantil contra sus compañeros. Tenía consigo dos armas de alto calibre, un revólver y múltiples cartuchos con municiones.”

En el lado superior de la pantalla, la imagen cambió y apareció la foto de un adolescente, al pie de la imagen se leía “Erick Sullivan 16 años” y en el fondo se veía un video de aquel mismo joven cargando un arma y disparando múltiples veces.

Al ver aquella imagen, Clayford se sintió consternado, no recordaba haber leído nada al respecto la primera vez que había vivido ese día y sin embargo, a pesar de no recordar mucho de los días, semanas e inclusive meses posteriores a la muerte de Olivia, al ver la foto de aquel joven le pareció ver algo familiar en su rostro.

“No fue sino hasta que la policía llegó al lugar de los hechos que el adolescente concentró su ataque contra los uniformados. Después de un breve enfrentamiento, el joven Sullivan murió a causa de múltiples disparos en la zona abdominal y el tórax.

Las investigaciones continúan con respecto a las posibles causas  que pudieron llevar a esta tragedia y por otro lado, 5 estudiantes se encuentran actualmente en estado delicado en cuidados intensivos.”

De pronto su pequeña victoria se sentía insignificante. Dirigió el control remoto una vez más hacia la televisión y nuevamente, justo antes de apagarlo la imagen regresó a la entrada del banco. Aquello llamó de nueva cuenta su atención.

“Mientras las investigaciones continúan, ha sido revelado que el joven Sullivan estuvo presente en el momento en el que el asalto al banco, de la nota anterior, fue frustrado el día de hoy. Aún no se sabe si el atacante estaba relacionado con dicho intento de asalto y si ambas situaciones podrían estar relacionadas.”

Clayford se quedó inerte frente al televisor, aquellas palabras habían sido como un balde de agua fría y la chispa que necesitaba su memoria para reconocer al joven de la foto que nuevamente estaba en su televisor.

Dio un paso atrás y no sintió cuándo el vaso que tenía consigo se le había resbalado de la mano, mucho menos escuchó el ruido causado por el cristal al golpear y explotar contra el suelo.

-Que he hecho.- Susurró las palabras mientras bajaba el volumen del televisor y continuaba viendo las imágenes del noticiero. 

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